domingo, 17 de junio de 2007

DE HIELO SOY

He de derretirme y regenerarme, pero por unos días, de hielo soy. Está bien esto de la posibilidad de reconstrucción, pero me inquieta hacerme agua...

Me perturba, conceptualmente, sí.

lunes, 11 de junio de 2007

DORMIR, DORMIR, DORMIR...

¡Hoy sí!

Tengo muchísimo sueño... Mmmmmmm...

domingo, 10 de junio de 2007

INSOMNE

De varios días. De varias noches.

Pánico porque el desvelo se presiente. No se puede dormir así. Círculo vicioso, ay. Y ese círculo no es un círculo, es una bola de nieve que va arrastrando más miedos al Gran Pánico. El de no dormir, estar cansado la mañana siguiente, la ropa sucia, la manera de dirigirme a mis padres, el sobrepeso, las obras pendientes, mis plantas, deberle a Hacienda, tomar mis vitaminas, trapear, la anticoncepción, la inminente intervención quirúrgica, el amor y el desamor -claro-, la distancia, la lejanía, el olvido, el dolor, los ojos azules, los pelos de Perla en la cama, la hernia hiatal, el desempeño profesional, las decisiones -¡Oh, Dios, las decisiones!-, la mezquindad del pasado, el fracaso, el fracaso, el fracaso, el tamaño de los senos, el tamaño de la cuenta bancaria, París, la verificación del auto que me deja sin auto, el hacinamiento en el Metrobus, la junta de mañana que es temprano, el deseo.

Miedo... y yo insomne.

LA ÚLTIMA SEMANA

Yo quiero llorar a veces furiosamente
porque no sé qué, por algo,
porque no es posible poseerte, poseer nada,
dejar de estar solo.

viernes, 27 de abril de 2007

POR MI RAZA HABLARÁ EL ESPÍRITU

Discurso del Rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, durante la investidura con el Doctorado Honoris Causa a siete personalidades.

Señoras y Señores;
Colegas Universitarios:

Por acuerdo del Honorable Consejo Universitario y con fundamento en nuestra legislación, la Universidad Nacional Autónoma de México otorga el día de hoy el grado de Doctor Honoris Causa a un distinguido grupo de personalidades con méritos excepcionales, por sus contribuciones al conocimiento, o al mejoramiento de las condiciones de vida y el bienestar de la sociedad.
La Universidad se enriquece al incorporar a su más selecta nómina a Leopoldo García-Colín, Juliana González, Ricardo Lagos, Ricardo Miledi, Nélida Piñón, Giovanni Sartori y Fernando Savater.
Esta Ceremonia nos permite, simultáneamente, encontrarnos con nuestras raíces, sentirnos herederos de una fecunda tradición, y ver hacia adelante, con la mesura que los tiempos nos exigen, pero también con la determinación que emana de la solidez de nuestra institución.
En efecto, son muchos y muy complejos los retos que hoy nos tocan afrontar. Pero encontramos en nuestros maestros, que nos enseñaron a pensar en libertad; en nuestros colegas, con quienes reflexionamos cotidianamente con rigor intelectual, y en nuestros estudiantes, cuyo cuestionamiento continuo constituye un estímulo vital insustituible, los elementos necesarios para afrontar tales retos con un optimismo cauteloso pero bien fundado, con espíritu crítico y con la inteligencia que la naturaleza nos permite.
En el mundo cada vez más interdependiente en el que estamos inmersos, la Universidad, como institución emblemática de la educación superior, de la investigación científica, de la creación artística y de la difusión de la cultura, se sitúa nuevamente en el epicentro de la atención social, del debate intelectual, de las preocupaciones políticas y económicas de nuestro tiempo; pero sobre todo, la Universidad se reafirma como la gran esperanza para miles de jóvenes que siguen viendo en ella la única o la mejor de sus posibilidades para acceder a una vida más digna, más productiva, más decorosa. Porque la Universidad también es eso: una defensora indeclinable de los principios de libertad, solidaridad y justicia.
De ahí que lo que se discute hoy en día no es ya la importancia de la Universidad. Tampoco bastan las formulaciones genéricas. Procede, acaso, profundizar en el diseño sobre el cual se construyan la Universidad del futuro y el futuro de la Universidad.
¿Cómo satisfacer las necesidades del mundo sin fronteras al que nos dirigimos? ¿Cómo incorporar las nuevas tecnologías para fortalecer la enseñanza universitaria sin desnaturalizarla? ¿Cómo resolver el gran problema del financiamiento de la educación pública? ¿Cómo hacer de la investigación una política para el desarrollo? ¿Cómo conjugar en la práctica, autonomía -es decir libertad de cátedra y de investigación- e interrelación con los poderes públicos y el capital privado?
Éstas son algunas de las preguntas fundamentales que nos hemos formulado, y frente a las cuales hemos procurado ir encontrando respuestas documentadas, sensatas, realistas, así sean parciales, pero que en todo caso, reflejan el trabajo en el que nos hemos empeñado los universitarios de esta casa durante los últimos años.
La sociedad del conocimiento, de la que tanto se habla, es una de las muchas consecuencias de la globalización que vivimos. Los países pueden dividirse ahora entre aquellos que han alcanzado un buen nivel medio de educación y aquellos en los que sólo un pequeño segmento de su población ha alcanzado un nivel educativo aceptable. Esto explica, en buena medida, por qué algunos países han logrado un desarrollo más equitativo y por qué en otros, el signo ominoso de nuestro tiempo es la desigualdad.
Algunas cifras lo ilustran con claridad. Los países del norte de Europa, por ejemplo, que han hecho en los últimos años inversiones masivas de recursos públicos en educación, han alcanzado tasas de cobertura en el nivel superior que superan el 80 por ciento para su población entre 19 y 24 años. En América Latina, en cambio, el promedio apenas rebasa el 20 por ciento. En México es del 23 por ciento. Mientras que allá el 32 por ciento de su población completó la educación terciaria, lo que equivale a estudios profesionales, es decir una tercera parte, en México solamente la ha completado el 13 por ciento; es decir, apenas uno de cada diez. Aquellos países encabezan ya la lista de los más innovadores del mundo. Y por supuesto, todo ello se refleja en su ingreso per cápita, que es de 49 mil dólares en Suecia y 45 mil en Finlandia, mientras que el de México es de 8 mil.
Ocurre, pues, que la sociedad del conocimiento no es una quimera ni una formulación abstracta, es una nueva realidad mucho más poderosa de lo que parece. Porque los conocimientos ya no sólo se generan y se transmiten como antaño; sino que hoy en día se registran, se aplican, se patentan, se comercializan, se asocian, se exportan, se importan, etc. La fuga de cerebros, que ha sido mucho más costosa que la fuga de capitales, ahora la llaman en algunos países "importación de conocimientos", y todo esto es lo que ha permitido que algunas sociedades se incorporen y otras se marginen de una nueva modalidad de la economía: la economía del conocimiento. Dice el Banco Mundial: el 20 por ciento de la población, el que realmente vive en las sociedades del conocimiento, controla ya el 80 por ciento de la producción mundial.
La economía del conocimiento derribó las fronteras que históricamente dividían al sector manufacturero y al de los servicios. Fabricar algo o prestar un servicio, pasa ahora inevitablemente por la capacidad que se tenga de hacerlos con el valor añadido, que se deriva de la tecnología. Es decir, el valor agregado que hoy ofrece la tecnología, determina cada vez más, la competitividad de una economía.
Todos los informes que queramos revisar, sean de Naciones Unidas, del Banco Mundial, del Foro Económico de Davos, de la británica Work Foundation, del Consejo de Lisboa, cualquiera, nos obliga a encender la alarma. La conclusión es contundente: muchos países, México incluido, no tenemos el suficiente capital humano necesario para competir con aquellos que activan y controlan la economía del conocimiento. Esos resortes no están a nuestro alcance, y es que la economía del conocimiento no es otra cosa que la capacidad que se tenga de incorporar el conocimiento a todos los sectores del aparato productivo.
La pregunta entonces es: ¿Queremos seguir viviendo en los suburbios de la sociedad del conocimiento? Cuatro parecerían ser las asignaturas que hay que cursar, para formar parte de este nuevo y formidable concierto internacional:
1. Invertir, con visión de largo plazo, mayores recursos públicos y privados en educación, investigación y desarrollo;
2. Construir una red de universidades de clase mundial;
3. Incorporar la proporción de la población económicamente activa, incrementarla con estudios técnicos, de licenciatura, especialización y doctorado;
4. Atraer estudiantes de otros países, es decir, importar conocimientos y no sólo exportarlos, evitar que los nuestros se vayan y no regresen, y tratar de repatriar a los que están fuera y puedan contribuir a los programas de innovación y desarrollo.
Un efecto positivo y en todo caso ineludible de la globalización en los sistemas educativos, se desprende de las evaluaciones internacionales. Hay lecciones importantes que aprender de las diversas evaluaciones comparativas que ya se han realizado, a pesar de sus limitaciones y deficiencias. El hecho de que países, con independencia de su ubicación geográfica, en Europa (como Irlanda), en Norteamérica (como Canadá) o en Asia (como Corea del Sur), hayan sido exitosos a la hora de conjugar altos niveles de rendimiento con una distribución socialmente equitativa de oportunidades de aprendizaje, no puede pasarnos desapercibido. Hay que revisar nuestras políticas educativas, partiendo del principio de que la excelencia es un objetivo alcanzable. Los análisis comparativos nos pueden ayudar a decidir qué hacer para que nuestros alumnos aprendan mejor, nuestros profesores enseñen mejor y nuestras instituciones funcionen mejor.
Irlanda tiene ya un ingreso per cápita de 52 mil 900 dólares; Canadá ya rebasó a Francia y a Gran Bretaña en su capacidad innovadora, y la economía coreana creció 310 por ciento en los mismos 20 años en los que la mexicana creció 19 por ciento.
En el caso de las universidades, las distintas evaluaciones de los últimos años nos han ubicado en una posición respetable. Una Universidad que no se evalúa se devalúa. La Asociación Internacional de Universidades estima que hay más de 15 mil universidades e instituciones de educación superior en el mundo. Estar entre las 100 mejores, que son las consideradas como de rango mundial y ser la primera en Iberoamérica, es sin duda meritorio. Hay economías más grandes que la nuestra, como la española, que no tiene ninguna universidad en este grupo. Francia tiene 4, China ya tiene 3 y Alemania se ha propuesto llegar a 10 universidades de élite en los próximos años.
Un hecho incontrovertible es que siguen arrasando en esta nómina las universidades estadounidenses. Las asimetrías financieras son abismales. Harvard, que tiene un fondo patrimonial de 30 mil millones de dólares, atiende a 20 mil estudiantes; el Instituto Tecnológico de Massachusetts destina 6 mil 800 millones de euros a la investigación que realiza en mil 200 laboratorios con 2 mil 649 patentes registradas. Un euro invertido en investigación en Stanford obtiene, por el capital de riesgo que lo respalda, 40 veces más beneficios que en Francia, según el Instituto de Tecnología de París. Las universidades norteamericanas, más allá de sus propios recursos, reciben alrededor de 50 mil millones de dólares del Presupuesto del Gobierno Federal Norteamericano.
Precisamente por eso, lo que nosotros hemos logrado es meritorio. Es resultado del esfuerzo de todos los universitarios, incluidos sus egresados que nos apoyan y nos proyectan en diversos ámbitos del quehacer social, nacional e internacional. Pero en todo caso, lo que hemos podido mostrar, lo que me parece oportuno resaltar -el optimismo fundado-, es que hemos podido conjugar calidad y cantidad cuando nos lo proponemos, cuando somos capaces de generar las condiciones propicias para el trabajo académico de excelencia. Somos una Universidad orgullosamente pública. Universidad de masas sí, 285 mil estudiantes lo atestiguan; Universidad laica sí, como corresponde a un Estado laico al cual pertenecemos y defendemos; Universidad popular sí, porque creemos que la educación sólo tiene sentido cuando se convierte en un instrumento de movilidad social; pero también Universidad de élite, Universidad de calidad, Universidad de excelencia. Universidad que se transforma, que moderniza su oferta educativa, que transparenta el uso de sus recursos y rinde cuentas públicas de ellos, que certifica sus planes académicos y sus procedimientos administrativos; que se descentraliza, que no olvida, al contrario, que apoya a las humanidades; que fomenta y difunde la cultura como mecanismo de inclusión social, que realiza la mitad de la investigación científica del país, y que se resiste a someterse a las prioridades de los mercados que sólo ven a la educación como una transacción comercial con fines de lucro.
Ésta es, señoras, señores, la Universidad que hoy se honra al recibirlos en su claustro como Doctores Honoris Causa.
Colegas universitarios:
Equidad y calidad son los retos de nuestro sistema educativo; ciencia y tecnología es lo que necesitamos para insertarnos en la economía del conocimiento; humanidades y artes son imprescindibles para expresarnos y reconocernos cabalmente como lo que somos: un país multiétnico y pluricultural. En todo ello, los universitarios seguimos teniendo una misión que cumplir y un destino que alcanzar, el cual está indisolublemente ligado al destino de grandeza de nuestra patria.

"Por mi Raza Hablará el Espíritu".

lunes, 23 de abril de 2007

AU REVOIR, MOELLEUX AU CHOCOLAT

Es duro despedirme de tí. Mon cheri Titou, te vas y te llevas ton petit gâteau. Los extrañaré a ambos. Y es que, en realidad, no se debería comer moelleux todos los días... Genera adicción. Algo tan delicioso no puede ser bueno. Nunca es así. Ahora que este hermoso período de placeres ha terminado, lo más conveniente será hacer ejercicios físicos, acudir a la piscina y procurar obtener el certificado -aunque no haya-. Puede que así me sienta un poco más lista para la próxima época de chocolat diario. Y quizá me distraiga un poco de tí.

Es que, lo admito, no es sólo el moelleux. Es la camita, el día completo, la noche no silenciosa -la música sigue, la gatita también-, los trastos sin lavar, los paseos urbanos y la compañía en el tráfico.

Y son más cosas. El teatro y la ducha, la almohada peluda, la lavandería, las pelis piratas que no se pueden ver, las listas de equipaje, cocinarte, que me esperes, la gourmandise de manera general.

Aaaah, qué difícil temporada la que viene. La temporada más larga sin tí...

martes, 27 de marzo de 2007

TENGO PLACARDS

Sí, mon amour. ¿No te emociona? ¡Ah, los buenos muebles armables-hágalo-usted-mismo-prefabricados! ¡Cuánta felicidad pueden darle a uno -incluso si se es diseñador- estas baratijas de aglomerado recubiertas con formaica y remates de perfiles extruidos de PVC para los cantos resquebrajados!

Ahora, ¿Por qué va dirigida a tí esta entrada de mi blog? Lapinou, la austeridad involuntaria y extrema que conociste quedó atrás. Digamos que esta vez no tendrás que hacer una mudanza durante tu viaje. Digamos que no sólo tengo placards -¿Viste? Lo escribí en francés y todo-, sino que también tengo lámparas. Tengo apagadores: olvídate de los cables asomándose agresivamente salvajes desde las paredes. Y tengo cortina de baño, la instalé yo misma. También tengo cortinas en las ventanas. Tengo estufa, mantelitos individuales, especias. Platos guardados en un gabinete, y no en una caja. Tengo verduras en el refrigerador, y no en una caja -la misma de los platos u otra, daba igual al momento de empacar, ¿Qué no?-. ¡Y podré hacerte el desayuno! El mismo que te hice allá. Sé que te gusta.

¡Aaah, qué felicidad tener esta casa sin puertas pero con placards sin puertas!

domingo, 25 de marzo de 2007

MMMM...




Un petit gâteau rond à la fois moelleux et croustillant...

lunes, 19 de marzo de 2007

ESTAR CONTIGO

Muy, muy pronto... Y comer des macarons, en la camita. De todos sabores, uno a uno, mitad y mitad.